.     EL INQUITEISMO Y LA REACCIÓN CONSERVADORA

Todas estas medidas del reformismo batllista golpeaban, o al menos preocupaban, a las clases más tradicionales, al sector agro exportador de la economía e influían directamente sobre sus intereses. De ahí en parte se explica el "inquietismo" y su respectivo desencadenamiento de la llamada Reacción Conservadora, que terminará por neutralizar el reformismo batllista.
En realidad, la política social significaba una preocupación "inquietante" para aquellos sectores que veían perjudicados o disminuidos sus beneficios y trastocados su orden tradicional de poder. Sin embargo, muchas de las propuestas no eran originales del Batllismo sino que encontraban sus antecedentes en los reclamos obreristas[1].
En sí hay que destacar que el batllismo no supuso la socialización de los medios de producción, ni reconoció manifestadamente la existencia de las contradicciones de clases, sino por el contrario, supo reformar para mantener el orden de lo nuevo dentro de lo viejo, el cambio sin alterar las relaciones de producción capitalistas, sin alterar estructuralmente los poderes hegemónicos. Sin embargo, para muchos su obra se teñía de un matiz radical, en los límites del cambio socialista.
Pero tales afirmaciones no tienen sustento teórico[2], sino más bien expresan temor y preocupación de un reformismo sin límites. Sí cabe aclarar que para 1911 es claro documentalmente[3] (ejemplo huelga general) que el Batllismo toma los conceptos del socialismo para poder enfrentar justamente la evidencia del conflicto de clases.
Era evidente que en el contexto de la modernización debían canalizarse las protestas de cambio. La política desarrollada por el Estado apuntará tanto en su aspecto social como político al logro de este objetivo.



"Todo impulso tiene su freno". La reacción conservadora
Siguiendo los planteos de Barrán, ("Los conservadores uruguayos" de 1870 a 1933), 1911-1915 más el primer año y medio de la presidencia de Viera, puso en cuestionamiento desde el gobierno el ORDEN CONSERVADOR. Así se generó un esquema de alianzas que implicaron una reacción en bloque del sector conservador denominado "reacción conservadora" (Barrán y Nahúm). Este esquema estaba compuesto:
- Partido Nacional + "clases conservadoras"
- Unión Cívica + clase alta creyente
- Escisión del batllismo del Riverismo (Partido Colorado General Fructuoso Rivera, líder Manini Ríos)
El 30 de julio de 1916 (elecciones para Convención Constituyente) esta coligación de fuerzas derrocaran al batllismo.
Fue entonces, en una primera instancia, ese reformismo lo que provocó el temor de las clases conservadoras que no veían en dicho movimiento un límite definido ("para los diputados batllistas la propiedad es un robo". L. A. de Herrera). Barrán destaca como causas atemorizantes dentro de dicho movimiento:
-          segundo  proyecto de legislación laboral, hecho ley 1915
-          estatización,; propuesta impositiva (tierra, herencia, contribución inmobiliaria, ganado)
-          secularización estatal
-          nuevas formas morales y concepción de familia
-          anticlericalismo
-          racionalización de la vida cotidiana que atenta contra la tradición
-          ideología que critica las elites y la visión de calidad primando sobre la mayoría (democracia)
-          Reforma Constitucional (apuntes de Batlle 1913).
La clase conservadora asustada (sobretodo el sector latifundista) era exacerbada por la crítica de la oposición política al oficialismo, es decir, por los blancos, los riveristas y los católicos, elementos todos excluidos del poder político. Para Barrán los líderes de la clase conservadora (Carlos Reyes y José Irureta Goyena) en un estado de incontaminación política, reconocen que el batllismo es menos peligroso como movimiento político que algunos principios sustentados por su ala más radical. Pero aún así, estos conservadores lo consideren "inquietismo"[4].
Es común pensar que la reacción conservadora estaría liderada pro el más conservador de todos los partidos: la Unión Cívica. Pero esto nunca sucedió. La mayor parte de la clase conservadora se acomodó dentro de los Partidos Tradicionales, incluso la mayoría de ésta apoyaba el proceso de secularización y gozaba de un espíritu altamente anticlericalista.
El Riverismo se separó porque acusó al batllismo de confundir "democracia y socialismo", y en favor de la primera, reivindicó nuevas garantías para el voto político.
El Partido Nacional (principal fuerza de oposición a Batlle), se plantó baja su tradicional bandera del sufragio libre, y la defensa social. No se sabe en realidad que pesaba más para este partido, si la libertad de sufragio o el interés de clase. Un diario blanco "La Democracia", en 1916, calificó al Batllismo de "la gran comuna", haciendo alusión a su carácter socialista.
Para G. Caetano el consenso del Reformismo fue quebrado cuando éste se sobrepasó en sus cambios, y tal concepto -reforma- pasó a ser objeto de polarización política. Así partes del mismo partido colorado, y el anticolegialista nacional se fueron oponiendo a los apuntes de Batlle de  1913... se forjaba la matriz conservadora de carácter ANTIREFORMISTA  y ANTIBALLSITA. Era el comienzo de la Reacción Conservadora:
Frente al "inquietismo" batllista los sectores dominantes buscaron la forma de mantener a salvo sus privilegios y/o intereses. Lograr esto significaría nada menos que romper la prescindencia de la clase alta con la vida política. En 1915 se crea la FEDERACIÓN RURAL  que se conforma como un grupo de presión moderno. Integrarlo por la clase alta rural, este grupo liderará la Reacción Conservadora. Tanto como parte de la reacción y por su antireformismo natural, este grupo de presión buscará una ALIANZA con los sectores antireformistas dentro de los PARTIDOS. Aquí es donde surge -bajo la mirada de Caetano- la convergencia de la POLÍTICA DE PARTIDO y la POLÍTICA DE PRESIÓN (extrapartidaria), plasmándose entonces un MODELO de MOVILIZACION POLITICO para los conservadores. Esta misma reacción apoya la política de Viera y a la coalición anticolegialista.
La Reacción Conservadora tiene conciencia de sí: sabe el grado de movilización que ella representa; por tanto, intenta -y logra- forjar sólidos vínculos e injerencias (ejemplo claro es la escisión del vierismo del reformismo).

7. La derrota del batllismo
Carlos Real de Azúa se pregunta, ¿hasta que punto la dialéctica interna de un movimiento político se mueve sin trabas en cierta dirección, o por el contrario, son factores externos, supervivientes, fuera de su alcance los decisivos?, ¿hasta donde ese movimiento político moldea la sociedad?
En el agotamiento de un impulso juegan una serie de interacciones entre partido y circunstancias. ¿Por qué se frustró el movimiento progresista?, ¿era el batllismo progresista[5]?, si lo era, ¿sus efectos terminaron agotándolo y estancándolo?

El 30 de julio de 1916 se llevaron a cabo las elecciones para la Convención Nacional Constituyente. Las mismas reflejaron una triplicación del número de sufragios respecto a la participación política de principios de siglo. En efecto, todos los sectores reconocieron el carácter popular y honesta de estas elecciones.
Los resultados reflejaron un claro triunfo del anticolegialismo y de las clases conservadoras, que a interpretación de Nahúm "llenó de asombro paradójico a los batllistas (en las primeras elecciones populares el batllismo era derrotado).
Nahúm explica esto bajo dos posibles razones:
·         algunos sectores de clase media, asustados del radicalismo batllista (innovaciones sociales y anticlericalismo), se volcaron hacia la reacción conservadora
·         el batllismo triunfó en el medio urbano (Montevideo) pero la Campaña ligada al modelo caudillista y tradicional votó en su contra.
Nahúm señala esta derrota como un "doble viraje", político y social: el primero será protagonizado por la política de compromiso que tendrá su primer fruto con la Constitución de 1818; el segundo lo dará el Presidente Viera y su "alto" en el camino del reformismo.  Este alto significaba también un compromiso pero entre el vierismo y los conservadores. De alguna forma, para Nahúm, el alto era imprescindible para devolverle unidad al Partido Colorado, solo que dicha unidad pagaba el precio de sacrificar el reformismo.
La derrota del Batllsimo en las elecciones nacionales tiene su explicación según Zubillaga en el error político del partido. Para este autor el Batllismo se equivocó en no poder romper con el modelo tradicional político, no pudo dejar al lema del Partido Colorado, no pudo romper como un nuevo partido y se mantuvo atado a la "divisa". Esto ahogó sus potencialidades y su especificidad, obligándolo a transar en una política de co-participación que significó el fin de la experiencia populista, que no logró ser protagonistas de los descontentos o las reformas. Dependencia al tradicionalismo hizo del batllismo un caso distinto al populismo porque le impide poseer la coherencia de un partido político moderno. En su momento, esta dependencia le transfirió al batllismo la pluralidad ideológica de las viejas colectividades, adecuándose luego éste a la naturaleza de los partidos populistas; esto le fue muy útil para la concertación social de diversos sectores (base del populismo) pero fue a su vez riesgoso porque implicaba la potencialidad reaccionaria de un sector no batllista del partido colorado con los conservadores populistas (conservadores batllistas) -que fue lo ocurrido en la "Revolución de Marzo"-.
Esta política de co-participación tenía cierta viabilidad en la medida que existiera la presencia de un líder; al morir Batlle, dicha política de alianza se negativizó[6], provocando una fractura interna dentro del mismo partido que concluyeron con el fin del reformismo y en el golpe de 1933.
En definitiva -conluye Zubillaga- el Batllismo careció de autonomía porque no tenía suficiente fuerza electoral, y careció de poder para conservar su hegemonía e imponerse dentro del mismo Partido Colorado. El Batllismo fue un híbrido que reflejó el inequívoco de su conflictiva integración social.
Para Caetano 1916 representó un "giro" fundamental en la política: abrió el camino para los conservadores y hizo que éstos redescubrieran los beneficios de la unión entre los Partidos y los Grupos de Presión, es decir, la unión entre la oposición política al batllismo y la oposición social. a su vez significó el "fin del apolitismo conservador" que el Batllismo había desterrado hasta el momento.
El Alto de Viera significó un notorio viraje de la política gubernamental en materia económico y social buscando el respaldo de estas fuerzas conservadoras del país, pero en especial, del sector riverista del Partido Colorado.
Los conservadores -blancos y colorados- saludaron con simpatía el mensaje del presidente.  Reconocían que el resultado electoral del 30 de julio imponía una modificación en la línea batllista y el abandono el "inquietismo" social.
Para demostrar que el Gobierno se ajustaría a tal mensaje "Debemos dar un alto en el camino...") el Presidente reformó a todo su gabinete, dando entrada en él a dos anticolegialsitas y a un nacionalista (partido blanco). 
Desde el inicio del mandato hasta su final, Viera habrá de contar para frenar la obra de gobierno que venía realizándose desde 1905, con el respaldo masivo.
Así, 1917 representará el intento de una confluencia directa conservadora de una "coalición popular" como frente político. Sin embargo el Gobierno vence en las elecciones; se impone entonces el triunfo de la división tradicional partidaria. Esto implica suponer que si la "coalición popular" hubiese ganado,  hubiese significado el quiebre del sistema tradicional de partido; sin embargo la derrota impulsó a la Federación Rural a buscar menos compromiso político y más eficacia como grupo de presión para el logro de sus intereses de clase.
Durante el período Viera-Brum, los conservadores se abogarán a dos tareas principales: la neutralización de la agitación sindical sin recurrir a concesiones (reivindicaciones sindicales), y la creación y consolidación de bases permanentes que le permitiera poner freno el reformismo, a través de la búsqueda de su "aislamiento".
Para Barrán ("Los conservadores uruguayos") 1916 también planteó un "giro" en el proceso político: fue el triunfo del CONSERVADURISMO SOCIAL y la DEMOCRACIA ELECTORAL. Los partidos políticos usaron -según este autor- a todas las clases sociales, e incluso llegaron a moldearlas. Este uso cristalizó en tres planos: electoral, conductor, formativo de un orden conservador (imaginario social). Todas las clases saldrán de este enfrentamiento partidario con más conciencia de sí.



[1] Según Claps, en "La ideología del Batllismo"
[2] No existió una concepción de luchas de clases ni  materialismo histórico.
[3] El ala más "radical" del partido era la de Domingo Arena. En sus discursos se aprecia el tenor socialista al que acusa Terra.
[4] Reyes en 1916 juzgó al batllismo como una solución pequeño burguesa. J. I. Goyena (1918) lo llamó "inquietismo", afirmando que tal condición era peor que el socialismo que por lo menos estaba definido, para él, el batllismo "siempre iba a favor del viento"
[5] Progresista para Real de Azúa es un movimiento que despoja de la hegemonía social a los sectores agrarios tradicionales por los burgueses abriéndole por vía evolucionista. -más o menos tímidamente-, paso al derechos social, a la tutela de los trabajadores y a la protección de éstos por medio de leyes laborales. Se asocia también con la política de nacionalización/estatización; con la consolidación del Estado (legalidad), con los derechos y garantías, con el pluripartidismo.
[6] Batlle había sostenido siempre como crítica a la política de alianza o co-participación la negativa que la misma implicaba ya que posibilita el retiro de apoyo (votantes) que no quieren votar al enemigo o al contrario con quien ha transado el partido. 

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